La salida del libro al mundo era algo muy profundo en el camino que venía viviendo, experimentando y compartiendo. Era un paso de madurez personal y espiritual muy trascendente, lo intuía, no con la claridad que lo veo, lo siento y lo experimento ahora. «Vas a nacer en el mar», escuché desde un lugar muy sereno dentro de mí. Y contra todos los planes lineales que había creado, presentación del libro en el centro de ellos, se abrió la puerta y se me mostró el salto al vacío que tocaba dar.
Cómo tantas otras veces, soltando todo los planes creados desde el «yo» lineal y junto con ello, patrones mentales, aferramientos emocionales, falsas seguridades, apegos, «certezas» incompletas, mentiras disfrazadas de verdad, salté.
Durante 30 años había seguido un camino que tomó el nombre de: «Educación del Ser Creador». Cada paso de este viaje lo viví como el camino de regreso al hogar. Fue, en esencia, una experiencia de abundancia divina que brotaba de mi. Un contenido esencial que me fue revelando lo que desde el principio soy pero que no recordaba.
La Educación del Ser Creador fue y sigue siendo el camino que, al mismo tiempo que lo experimentaba, me recordaba. Recordar la sabiduría con la que fui creada desde el origen, recordar la técnoclogía divina que traje para compartir, recordar la sabiduría universal que nos rige y gobierna, recordar el Amor que soy y somos.
Durante treinta años la tarea fue recordar, expresar y compartir para ayudar a que otros se recuerden. Por treinta años fui una gran receptora y manifestadora del Ser, pero nunca fui el Ser humano auténtico.
Desde este lugar receptivo, expresivo y manifestador escribí el libro, que terminé con la frase «Cuando no sé quién soy, me pongo a tu servicio. Cuando sé quién Soy, me transformo en tí» Hunaman. Frasé que sentí pero no comprendí, ni entendí completa, ni enteramente…
Lejos de lo que me imaginaba, este tramo de la experiencia de Ser, existir y vivir está siendo en esencia un cultivo profundo de la cualidad de ACEPTACIÓN. No como la resignación en la que nos sumerge el ego. La aceptación de todo lo que sale a la luz cuando el Ser entra, penetra, remueve y transmuta toda la energía de exigencia, rechazo, engaño, destrucción, abandono con sus respectivas cargas emocionales.
El trabajo espiritual de la Nueva Era requiere mucha entrega, coraje y determinación. Estar dispuesto a renunciar a Todo por amor al Ser, es decir por Amor a la Verdad que somos eternamente.
No es cómodo, nos desnuda, deja caer todos los personajes que creamos para «proveernos» de falsas seguridades (materiales y emocionales). Pero a cambio nos libera y nos entrega en las manos la responsabilidad de la Vida y la Existencia Creadora que somos.
Nos encontramos con la verdad que nos ocultamos a nosotros mismos, los pensamientos, las emociones y la negatividad que tanto nos cuesta reconocer y aquella que proyectamos en otras personas.
Autoabandono, autonegación, autoexigencia, autocontrol, autorechazo, autoengaño, autodestrucción un cúmulo de energía con sensaciones y «sabores» desagradables que toca regresarlas al hogar del que vienen, la luz.
Todas las personas hemos creado defensas que «nos aseguraron» no manifestar el Ser en las dimensiones más densas de experiencia.
Cuál es la clave, la llave, para deconstruir, rectificar, disolver, transmutar el miedo, el odio creado para encontrarnos unificados en el Amor que somos.
¿Cómo empezamos a integrar la nueva espiritualidad que nos confronta con la tarea de incluir, asumir el compromiso y diluir toda la energía negativa que creamos?
Ese es el camino que en este momento me invita a recorrer La educación del Ser Creador, una experiencia viva que se va haciendo existencia, que se suma a el camino recorrido hasta aquí.
Sanar la mente femenina me puso al servicio y con ello sané a la niña, mujer que soy.
Sanar la mente masculina me invita a morir a la distorsión para renacer en el Amor, renunciar a lo ilusorio para experimentar lo verdadero.
Un proceso donde la Vida que soy y la existencia que voy siendo, se unen y se hacen Uno.
Un camino donde el miedo y el odio se entreguen, se fundan, se diluyan en el Amor Universal que Somos.
Carina